“En caso de emergencia, mascaras de oxigeno caerán del compartimiento superior. Si esta viajando con un menor, por favor, póngase su mascara ANTES de ayudarlo.”
Es probable que muchos de nosotros nos sintamos “incómodos” cuando escuchamos esta frase al principio de un vuelo. Como padres, nuestros hijos son nuestra ALMA, la luz de nuestros ojos, daríamos la vida por ellos y sin pensarlo dos veces.
Hagamos un ejercicio y recordemos cuántas veces ponemos las necesidades de nuestros hijos antes que las nuestras: Cuántos platos de comida se enfrían mientras los atendemos, cuántas noches en vela pasamos cuidándolos cuando están enfermos, cuántas veces podemos escuchar “Libre soy” y aplaudir a la princesa despeinada y con el disfraz que le queda enorme pero que siente que ella ES Elsa. Cuántas mañanas de Domingo quisiéramos pasar metidas en la cama con la colcha hasta la nariz pero nos ponemos el buzo y salimos al parque para que SUPERMAN o WONDERWOMAN vuelen y corran persiguiendo villanos. Y eso que estoy hablando de cosas muy simples y del día a día, ejemplo mucho mayores existen y a montones.
OBVIAMENTE le pondría la mascara de oxigeno antes que a mí. Sin embargo, si analizamos la figura desde un punto de vista “práctico” y no desde nuestros ojos de padres, cuando una cabina de avión se despresuriza, los pasajeros tienen pocos segundos antes de perder el conocimiento debido a la falta de oxigeno. Los niños no alcanzan las máscaras cuando caen, les quedan altas, o simplemente no atinan a hacerlo. Si nosotros quisiéramos poner la mascara al niño primero, muy probablemente nos desmayaríamos antes de lograrlo. Si tuviéramos éxito, el niño no alcanzaría la mascara para salvar al adulto, el adulto quedaría sin oxígeno y el niño? Sin madre.
Para ponerlo de manera inclusive más clara: Tú no te puedes quedar sin tu máscara de oxígeno porque sino tu niño no tendrá la suya. Y es que este inesperado acto de salvarse uno mismo primero trae como consecuencia inmediata una mayor probabilidad de salvar también a tu niño.
Esta es una metáfora de mucho de lo que vemos a nuestro alrededor hoy en día. Tantos padres tratando, realmente tratando de hacer LO MEJOR – o lo que pensamos es lo mejor para nuestros hijos. TANTAS voces diciéndonos qué esta bien y qué esta mal porque aparentemente hoy vivimos en un mundo de extremos, sin puntos medios. Si das de lactar, eres BUENA MADRE y si das formula eres MALA MADRE. Si compras pollo en un supermercado estas envenenando a tus hijos, deberías comprarlo en una tienda orgánica – y si no te alcanza? Te sientes mal. Tu niño lloro un poco mas de la cuenta? Debiste salir de la ducha en ese instante para atenderlo mojada (enfermándote de paso pero no importa porque las mamás hasta con 39 de fiebre chambeamos!) no vaya a pensar que nadie en este mundo lo quiere y luego no tenga relaciones positivas ni de confianza con nadie más por el resto de sus días. Tu hijo se despierta 8 veces en la noche? Es lo que te toca como madre, atenderlo y LUEGO FUNCIONAR a tu 100% al día siguiente, ya sea en la oficina donde TAMBIEN esperan que estés en toda tu capacidad, o en la casa, lo mismo. Tener TODA la paciencia que requiere ser madre, hacer ejercicio (no te vayas a engordar). Una madre corre por la vida cuidando a todo y a todos excepto a si misma. Tanto en que pensar, tanto que decidir, tanta preocupación de que todo lo anterior este mal…
Si no te cuidas, pero sobretodo si no descansas/duermes, puedes experimentar estrés, fatiga, reducida efectividad mental, problemas de salud, ansiedad, frustración, depresión, entre otros.
Invito a todas las madres a ponerse su mascara. Si se desmayan por falta de oxigeno, no podrán cuidar a sus seres más queridos. Debe haber un BALANCE entre el sacrificio de amor que constantemente hacemos y procurar cuidarnos nosotros mismos para estar BIEN también para los demás. Dense el permiso de pensar un poquito en ustedes. Dense permiso de tomarse un rato para estar solas, para leer, para hacer deporte, para retomar tu “hobby”, para juntarte con tus amigas de vez en cuando. Pero para tener la energía para hacer esto ADEMAS de todos tus deberes de “madre”: debes darte permiso de DORMIR.
Regalarle a tu bebe la habilidad de dormir no solo lo beneficiará a el por el resto de su vida, sino que te regalara a TI, descansando lo que debes, la posibilidad de ser la mejor MAMA, ESPOSA, PROFESIONAL y AMIGA que puedes ser.
A PONERSE LA MASCARA!